martes, 7 de octubre de 2008

SAN JOSÉ EL PATRIARCA

San José campeón de la fe:

La vida de San José ha estado verdaderamente marcada por las iniciativas de Dios, iniciativas misteriosas, iniciativas más allá de la posibilidad de entender. San José se deja conducir porque era justo y “justo” es el hombre que vive de fe.
Dios no le dice nada, no le da explicaciones, pero él obedece. Ha dicho siempre SI con la vida, no con las palabras. Frente a Dios nunca ha habido preguntas o dudas.

San José obra en el silencio:

¡Cuán fecundo es este silencio! Dios habla y San José hace:
“No temas....”, y él no teme, todos los dramas están terminados.
“Levantaos...”, y él se levanta, ahí está ya por el camino.
“Vuelve....”, y él ya está de regreso.
Esta inmediatez de San José a todas las indicaciones del Señor, nos demuestra su bella disposición interior!

San José es el humilde:

Es estupendo este ejemplo de San José que, siendo también jefe de familia, está simplemente a su servicio con una familiaridad hecha de abandono y de continua entrega. San José no mide la vida de Jesús y de la Virgen sobre sus propias exigencias, sino que pone su vida al servicio de ellos. No parte para Egipto cuando es cómodo para él sino cuando el interés de Jesús lo requiere.

San José es un hombre coherente:

San José es un laico en el más profundo sentido de la palabra. Es un hombre como todos. El Verbo se encarna en una familia en la que San José es el jefe y vive en la realidad de las criaturas humanas, en la condición más universal, que es la del trabajo y de la pobreza. San José nos enseña cómo ofrecer a Cristo el servicio de una vida totalmente insertada en la realidad terrena.
Su patronato va más allá de un simple triunfo, ya que se deriva de una realidad inferior. San José nos hace comprender el contenido del servicio para el Reino y nos ayuda a estar en la historia de la salvación. Aquellos que creen en Cristo, le obedecen y confían en él.

San José se halla insertado en el misterio de la encarnación del Verbo por iniciativa de Dios:

San José es el esposo de María
San José será el padre adoptivo de Jesús
San José presidirá la familia de Nazaret, la sostendrá con su trabajo, la defenderá y la protegerá sin protagonismo, dejando a Dios ser en él.
San José es el guardián de la más alta y sagrada virginidad: la de María, la inmaculada hija de Dios. ¿Y cómo lo hizo? No diciendo “aquí estoy yo para defender a todos”, sino desapareciendo. Ha custodiado la santidad de Jesús y de María desapareciendo a las miradas de todos, excepto de la de ellos.

San José ha renunciado a entender y ha aceptado creer, ha renunciado a mandar y ha aceptado obedecer. Sin embargo, creyendo, se ha dejado dirigir por el Señor y éste lo ha introducido en un modo particularmente íntimo en el misterio de la encarnación y de la salvación.

San José, este amable patrono de la vida espiritual, nos ayuda a estar siempre ante el corazón y los ojos de Dios, y olvidarnos de nosotros mismos, porque en ese desaparecer a los ojos de todos y a nuestros ojos, nos perderemos en el humilde y silencioso corazón del único Dios y Señor nuestro.


Enviado por: Elsa Lorences de Llaneza

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