
Dios.
En el ahora
prisa, bocinazos,
empujones, pocas sonrisas,
un cierto no sé qué, quizá,
de mal humor contenido.
Me detengo a esperar
el permiso del semáforo.
En la distancia
el campanario obliga a
mirar el cielo.
Son las seis.
Dios desciende y canta
en la voz del bronce.
En el aquí
aguardo esperanzada
la próxima luz verde.
María de las Mercedes
Avda. Rivadavia
Campanario San José de Flores